El viento ha soplado historias en el desierto de Atacama, viejas historias del mar oscuro de donde todos nacimos y seguimos naciendo pero que un día la mar disfrazada de serpiente le quiso decir a las montañas que se levantaran y se levantaron, en ese día de charla amena amaneció el tiempo cargando entre pecho y espalda la atemporalidad. La mar sigue queriendo conversar con las altas montañas agita su vientre y se revuelve a si misma, para la humanidad la estructura del mundo se desmorona junto con el orgullo de inmortalidad, a su lado los tejedores de sueño suben la montaña llevando extractos de vida marina al antiguo santuario donde los Atacameños encantaban la lluvia dejando constancia de su procedencia serpentina sublimada por la arena hasta las ávidas áridas regiones de los Petroglifos.
Con los resabios de la conversación entre adverbios de tiempo los imaginativos sabios de la naturaleza ayudados por ayunos y la inhalación del rapé sagrado nutrían las vías neuronales ocultas que les permitieron dibujar en la piedra las travesías míticas en interrelación con las llamas, la vicuña, el guanaco y los ciclos de la naturaleza. Ahí cuando el dibujo aliado del prelenguaje se transformaba en un acto mágico de “poseer” el permiso del espíritu de la naturaleza para cazarse así mismos. Descansamos en el lugar de la “semilla” teniendo como cama la arena, como cabecera diagramas de ensueño y como canto el fluir del río salado que a falta de sal condimenta nuestra cena. Una cena donde la quinoa reinará sobre todos los gustos y disgustos de los peregrinos.
Son trece los peregrinos más un guía de treckings que no sabía que era peregrino hasta que se dio cuenta, más un niño bautizado como el “pequeño saltamontes”, más la salvadora “nube movil” que nos traía la “gloriosa lluvia” con su “llamita saltarina” estiraban la fila india por la noche hasta diecisiete. Ahora hasta nos parece cierto que la vieja serpiente emplumada “Kay Kay Vilú” se está moviendo por todo el continente. Parece cierto que los relatos del Chilam Balam de los Mayas yucatecos sobre el Katún del Cuatro Ahau se cumplen puntualmente con la variante de que la gran urbe de Chichén Itzá es ahora el mundo. Los caminantes aún sin saber de estas referencias pero apelando a su memorial ancestral caminan, acarician la tierra con sus pasos, miran el pedregal que emergió de los más primeros volcanes temascaleros que vertieron de piedras calientes el vientre obsidiana de la tierra mientras la “rica rica” planta de dulce aroma extraía los tóxicos de la atmósfera.
Aquí también la minería dejó de representar la búsqueda mágica de tu verdadero corazón escarbando entre las densas capas de la apariencia y se convirtió en la explotación de la imagen a base de oro, plata, cobre, turquesa, ¿Qué más? La intuición es la misma, el fruto diferente…ahí en el centro del mundo, en las entrañas de la tierra, tu cuerpo, tu ser está aguardando lo único que da y dará claridad a tu vida: la plenitud de lo natural, la plenitud del espíritu. Invierte querido amigo en la mina de la consciencia, invierte en la tecnología no contaminante de la pureza del pensamiento, invierte sabiendo que tu inversión no requiere de recompensa y eso es un gran descubri-miento, pero no miento.
Tramos del camino escarpados calcados a mano por el aroma entrañable como quien va subiendo vía Mastranto hacia el Cerro del Quemado en México, una cañada con una biblioteca veteada de sal, yeso, uno que otro Cardón y piedras bajo la promesa de llegar al valle donde bordea el río San Pedro y el Vilama. Ahí en esos valles descansamos al tiempo en que el viento “amor” del crepúsculo nos anuncia que es necesario cobijarse, encender el abuelo fuego “Don Pancho” para cenar, cantar y relatar lo mismo pero ahora con tortillas de trigo en donde los mexicanos confirman que la “comida es un simple pretexto para comer picante”, por fortuna, un picante sureño de nombre merken hace las delicias en ese momento de los mexicanos desde luego.
Caminantes que al paso de los días entre cielos despejados tan azules como el venado o quizá tan azules como el Llamo alfa guía de los nómadas Tiahuanacos, preIncas, Atacameños. Caminantes bajo el sol “Panchito” agradecido porque encuentra una sombra que le da perspectiva para algo que integrar y liberar. Paso a paso “porque hasta aquí vamos bien” las nubes del lugar donde llegar se van esfumando entre tanta piedra, la cotidianidad empieza a tener el sabor del no saber y ese es un milagro que aligera nuestro paso que emerge evidentemente en los llanos de la percepción abierta. Caminantes que exploran el Don de renombrar el mundo como una posibilidad al alcance de la palabra que nace desde el corazón del mismo Misterio. Caminantes que nos apoyan por los recodos del camino se van recordando y nos dejan una nota al despedirnos: “Hermano del camino te mando lo más cercano a lo que me pediste, un pañito para el altar o la ofrenda y una bolsita de tesoros. Mi espíritu está feliz por haberlos encontrado. El canto brota y la risa también. Me gustaría mucho unirme a ese caminar cuando surja la invitación a hacerlo. El camino dirá. Por ahora quedo como Guardiana del Sueño de Atacama. Bendiciones. M
Gracias a los amigos del Círculo Tolteca de los Andes por la organización directa del peregrinaje y a los amigos de Raíces de la Tierra por su apoyo indirecto. Con un gran aprecio para todos.
Demetrio.
Ay Caray Don Demetrio, no cabe duda que lo bonito es bonito, por aquí y por allá también, Gracias por su relato, pues me muestra la sabiduría de aquellas tierras, Y por lo mientras un Abrazo.
ResponderEliminarTIERRA SAGRADA.
ResponderEliminarSALUDOS DON DEMETRIO.