
El alma no se encuentra
donde vive,
sino donde ama.
Me deslumbró una flor,
maltratada por los arrebatos
del viento que le infundía alas.
Recordará palpitar mis miradas
sobre las líneas de su geografía absoluta
y mis palabras, en el eco de su soliloquio,
serán para ella
un ardiente y exquisita hendidura,
porque no estaré más
y mi boca será
solo un hueco
en la sombra.
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