El camino de la palabra
Foto Alain Szczuczynski
Humberto Ak’abal. Poeta Maya Kiché, Momostenango Guatemala.
De acuerdo al Popol Vuh se menciona al dios dual de la palabra Hun Batz y Hun Chouen. En el Popol Vuh los dioses son duales, son dos en uno. Así tenemos el corazón del cielo y el corazón de la tierra. Hun Batz traducido literalmente es una cuerda, un hilo, un lazo. Hun Chouen de –Cho- profundidad hacia abajo y profundidad hacia arriba, entonces cuando se habla del dios dual de la palabra se habla de la palabra horizontal y vertical. La palabra horizontal es la que usamos para comunicarnos usted y yo y la palabra vertical es la que sirve para comunicarnos con el espacio celeste infinito y con el inframundo. Así es el camino de la palabra hacia el fondo arriba, hacia el fondo abajo, hacia el fondo suyo, hacia el fondo mío.
Cada palabra dada con sentido si cae en una tierra fértil necesariamente esta tiene que dar fruto. Esa es la palabra bien empleada. La palabra es un don que debiera ser aprovechado por quien la usa.
Cada uno de nosotros cumple con una función. En el Popol Vuh se habla de los artistas, de los cantores. Cada uno de nosotros trae una dotación que va a cumplir porque si todos hiciéramos lo mismo sería un mundo muy aburrido. Yo diría que no es tanto lo que puede uno aprender sino lo que puede uno encontrar dentro de si y manifestarlo. Es más fácil hacer un viaje exterior que hacer un viaje interior, por eso es que casi nadie quiere hacerlo. El viaje interior nos lleva a la búsqueda profunda del número y la palabra hasta descubrir nuestro camino. No hay una edad ni para descubrir lo que somos, ni para aprender, ese es uno de los recordatorios de la tradición.
Todo lo que hacemos está unido a la espiritualidad porque no son dos cosas distintas, van a la par según mi apreciación, creo que esa es la parte medular de nuestra cosmovisión. Quiero decirles con respecto a la cosmovisión maya que la espiritualidad no tiene su base en la palabra como sucede en otras culturas y lo digo con mucho respeto. La espiritualidad maya no tiene su base en el verbo, en el verbo tiene su base el arte. La espiritualidad maya tiene su base en el número y un número tan curioso porque el calendario femenino de doscientos sesenta días empieza con el número ocho contra toda lógica porque en cualquier otro calendario empieza con el número uno. Ese ya es un detalle bastante particular. El hecho de que el ritual se vaya rigiendo por un calendario numérico es sencillamente lo que nos da la pauta de que la espiritualidad se basa en el número, siempre en lo exacto en tanto que el verbo es la base de las artes. De esta manera surge el arte de la espiritualidad.
Hay que darse cuenta que las culturas son particulares, a mi me gustaría profundizar en todas. Para profundizar en otra cultura hay que dejar del otro lado de la puerta lo aprendido y en la medida que el préstamo del lenguaje castellano nos lo permita, porque dentro de la lengua de la otra cultura las cosas pueden ser más ricas, más complejas, más ilógicas. Por ejemplo en maya kiché la lengua que hablamos y que se habla en el Popol Vuh no existe la palabra azul por lo que no existe tampoco ese color porque no es nombrado. Y entonces ustedes pueden preguntar ¿de qué color es el cielo? Nosotros decimos que el cielo es color verde y decimos Rex Kaj Rex Ulew verde cielo, verde tierra porque todo lo verde desde lejos se ve azul. Si pudiéramos acercarnos a la faz del cielo es verde pero la distancia lo vuelve azul, por eso es que ese color para nosotros no existe, parece muy ilógico ¿verdad? Aquí podemos ver la filosofía del color en la filosofía de la lengua y ya con esto entramos a otra dimensión. Esto hay que explicarlo porque no se entiende en español, solo se entiende dentro de la lengua.
Por ponerles otro ejemplo, a lo que el Popol Vuh llama los “lados del mundo” y que según el punto de vista occidental se le llaman como los puntos cardinales. Desde el punto de vista de la cosmovisión maya los puntos cardinales son cinco en vez de los cuatro que se considera en occidente y esto ya suena ilógico. ¿Por qué son cinco? Sencillamente porque el quinto punto cardinal es usted, tú, yo. Somos el quinto punto movible y donde quiera que nos encontremos ahí es el centro del mundo. Cada uno de nosotros marca el centro del mundo. Para que los otros cuatro existan tiene que haber quien los nombre, si no hay quien los nombre no existen. De ahí la necesidad del quinto punto cardinal. Esto es una lógica que ya manejaban nuestros ancestros desde hace tres o cuatro mil años y que el siglo pasado Einstein descubrió.
Hasta aquí hemos hablado del aspecto lógico y científico de la cultura, ahora hablaremos de la poesía que abarca otro estado del alma. La poesía como un canto a través de las palabras intenta tocar la parte sensible del otro. Si yo consigo tocar al otro -ojalá lo pueda lograr con lo que escribo- estoy usando la comunicación invisible a través de la cual los dioses de la palabra dejaron esa dualidad. Claro, tengo que ser tocado yo primero, si no me toca no sirve para tocar al otro, si a mi me sirve entonces puedo quemar al otro “como el fuego acuclillado que le canta al leño su ardiente canción…”
Ahora les voy hablar de la onomatopoesía que es mi quehacer, que no requiere de traducción ni interpretación. Es una poesía que no va al cerebro, es una poesía que va al corazón. Esta es una poesía para sentirla no para entenderla, si no se siente es inútil que se esfuercen por entenderla. (Se escucha en la grabación diferentes voces del agua) Esta es una oración canto para el agua, sonidos capturados es el idioma kiché. ¿Cómo ven, qué les dice?
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