miércoles, 11 de julio de 2012

Flores del Mayab 2


La Jícara de Sastún

 



Estamos buscando un pedacito de amor
Un pedacito de sabiduría
Un pedacito de tranquilidad
Un pedacito de ese gran anhelo en los sentimientos
en cada uno de nosotros
No estamos buscando otra cosa.

Desde niño jugaba con el agua en la tinaja de mi abuelo. Movía las palmas de mis manos sobre la superficie del agua circularmente, apenas la rozaba. Un día se abrió un remolino, un hueco en el agua de la tinaja al cambiar el sentido en que giraba mis manos. La tinaja se rompió, desde ese momento quedé relacionado con el agua. Ahora me doy cuenta que la mayor parte de nosotros es agua, sangre, energía que fluye. Las plantas, los árboles tienen agua y cuando las froto puedo oler su medicina y así saber cuales me sirven para ayudar en una curación. Aún sigo girando las palmas de mis manos sobre la superficie del agua es como mi preparación para la sanación. Para eso tengo esta piedra caliza ahuecada. Después de girarlas sumerjo las manos en el agua y huelo mis manos. Hay un olor especial. Usted puede practicar esto de la luna nueva a la luna llena y quizá lo experimente por si mismo. Parece que es así como los antiguos mayas entrenaban su sentimiento, su sensibilidad, así es como aprendían del agua, de la energía y de la curación.

Todo esto es fácil cuando en tu mente y corazón hay amor. Eso es lo que habla y de eso aprendes.

Así recuerdo que un día cuando apenas tenía quince años  el sacerdote llamado para la ceremonia de ofrecimiento de los panes de trece niveles no llegó. La mesa estaba puesta con todas las ofrendas, la gente lloraba ante la ausencia del aj’men, mi padre se ofreció para hacer la ceremonia pero no pudo hacerla. Al momento de iniciar la ceremonia sopló el viento y se desmayó. Entonces yo me ofrecí, no se porqué, nadie creía que yo sabía las oraciones para bajar los panes, sin embargo aceptaron y desde entonces hago las ceremonias. Entonces me designaron sacerdote de Espita. Así en mi primera etapa caminé por todos los ranchos  de alrededor hasta completar veinticinco primicias.

Soy mayero, hablo maya la mayor parte del tiempo, en la lengua maya para nosotros  se “encuentra la virtud de todos los misterios, la lengua maya es muy dichosa”. El sacerdote de la iglesia de Espita me consiguió un lugar para estudiar en Mérida, ahí aprendí el español y otras cosas. El español me permite ahora que pueda explicarles a ustedes algunas cosas directamente sin necesidad de traductor. Así parece más fácil. Ahora hay muchos interesados en estudiar lo maya y les sugiero que estudien primero lengua maya porque ahí hay muchos secretos de cómo nos relacionamos con el mundo. Hay  cosas que no se dicen igual en español o en otro idioma.

En el tema del sacerdocio maya deben de saber que este tiene sus reglamentos. Cinco días previos a cada ceremonia no puedes tener relaciones sexuales, debes ser fiel a los sueños y compromisos con la comunidad, si no las energías se desequilibran y pueden llegar hasta moverte la casa, la hamaca, no te dejan dormir hasta que cumples con tu compromiso. Ser sacerdote no es algo que se encuentre a la vuelta, esto requiere de estar dedicado en cuerpo y alma.

Hay que meditar sobre la ciencia del sol, de los astros, de los árboles, de la enseñanza de Kukulkanque es la resina de todos los hombres de la tierra, de las piedras que son la columna vertebral de la tierra. Cuando hablamos de Kukulkan estamos hablando de lo que hallamos en los cuatro rumbos como un par de serpientes que se miran de frente, como hermanos gemelos que somos de la misma raíz. Con la sabiduría de Kukulkanlucho cada día por la sabiduría, por la vida, por la medicina.

Hasta ahora hemos vivido de lo que fue escrito antiguamente, de lo que nos enseñaron los abuelos pero ahora estamos en tiempos de regeneración, la naturaleza florece dos veces al año como si el tiempo se hubiera acelerado, ya no sabemos leerla muy bien y la semilla que sembramos se nos pierde por seguir la costumbre de los días para sembrar no hacemos caso de lo que nos dice el año de cómo viene la lluvia. Algunas fechas se van moviendo. Nos tenemos que adaptar a esos cambios, danzar al ritmo que nos indica la naturaleza, la tierra, el sol, los astros. Ya estamos metidos en el tiempo del 2012 cerca del 5200 para nosotros. Los  abuelos nos decían que eran tiempos “dichosos de la gracia de dios, la vieja escritura de la ceiba se estaba borrando hasta quedar en cero y desde ahí todo se vuelve a escribir, pero somos nosotros que vamos a escribir los sueños, las visiones para que se renueve el árbol de la vida”.

Los antiguos mayas todo lo dejaron cifrado, todo es un número, una matemática en todo el universo. Así que todo es perfecto. “Si ves una cruz en el cielo que forman los astros, un eclipse, si el sol calienta más todo está medido, todo es normal no hay de que asustarse, todo se puede contar y así se sabe cuales son las órdenes que siguen todos los seres”

Todo lo que nos cuentan los abuelos es una vivencia, es algo que ven y que está guardado en la memoria de la naturaleza. Los abuelos nos dirigen a la luz de la sabiduría y en la luz de la sabiduría todo se regenera, no somos repetidores, somos inspirados, también brota de nosotros la sabiduría del tiempo. Los abuelos nos dirigen hacia la bóveda celeste que es nuestra cabeza que tiene un hueso forrado de plata y oro que está conectado con las estrellas. La cabeza de nosotros es un misterio. Del ombligo al sabio le brota un árbol donde vienen todas sus generaciones. Cuando un sabio muere es como si fuera sembrado en la madre tierra y su memoria se transforma en la enseñanza para las generaciones venideras que nacen desde sus entrañas. Así estoy sembrando miles de flores sobre mi tumba, así estoy sembrando mi renacimiento en luz. Soy como un abono que alimenta la memoria de las nuevas generaciones. Así los mayas seguimos como viajeros del tiempo, conscientes en las nuevas generaciones.

Siendo joven cuando me aventé a decir las oraciones y me nombraron sacerdote, después ya me quería escapar, pero no me dejaron. Al año siguiente para el 15 de mayo esperaban que hiciera la ceremonia, yo no sabía que hacer, no me acordaba de las oraciones y me preguntaba ¿quién me podrá decir? ¿qué voy hacer ahora?. La noche del 14 de mayo era luna llena y me fui a dormir con estas preguntas preocupado por el día de mañana. A medianoche soñaba con el canto de un tecolote, me desperté y el tecolote estaba posado en el brazo de la hamaca. El tecolote era manso y se dejó agarrar, lo saqué al patio diciéndole: “Tal vez tu eres un guía o un mensajero de la muerte, no se” lo solté, siendo jóven no sabía que decir de esas señales y me fui a dormir nuevamente. Entonces soñé que entraba un señor con sombrero y un calabazo amarrado al cuello que me dijo.Así que tú eres el que va hacer la ceremonia mañana, yo te voy a decir que hacer. Entonces me presentó con todos los seres que yo debía nombrar entre ellos los Viles y Kilichviles energías de la lluvia, los del trueno, los del viento, los maíces de los cuatro colores. Entonces me dio un cristal brillante, muy brillante y me dijo: esto es tuyo y te espero antes de que salga el sol en la milpa…en ese momento desperté incrédulo todavía, pero ya no pude dormir pensando en el sueño.

Antes de que salga el sol me fui a la milpa y daba vueltas de aquí para allá pensando ¡si esto sólo fue un sueño!- ¿Qué vine hacer aquí? Cuando ya me regresaba a la casa entró un viento diferente a la milpa que se juntó en una lomita. Ahí en el sereno se formaron tres figuras. Una mujer con un cántaro y otra mujer con un niño cargado en su hombro derecho y escuché: este es el Vil chico y el grande y este es el Kilichvil. A la salida del sol de las manos del niño salieron cuatro rayos  que cayeron a mis pies. Ahí encontré una esfera brillante, el Sastún* que es lo que usamos para ver en las ceremonias.

Así llegué a la ceremonia para bendecir las semillas el día 15 de mayo. Mi ayudante en la ceremonia un abuelito muy mayor me pasó una jícara donde coloque el Sastún. Así fue como me dieron el permiso los señores de los sueños, así, no solamente tuve el nombramiento del pueblo, sino también la confirmación en Espíritu.

Más tarde me di cuenta que el  Sastún era mi mente que brilla como una lámpara y alumbra la oscuridad, mi corazón, mis sentidos, mis manos. El Sastún es la sabiduría interior. Cuando voy a otros lugares no llevo la piedra, llevo mis manos para diagnosticar, para ver que tienen los pacientes y que medicina usar.

Un sacerdote maya conoce a los padres de las plantas que son los ayudantes cuando alguien se pone mal en una ceremonia, el sacerdote conoce el misterio del Balché, del Sipché, del Tankasché, del Kokché, del copal ak. También conocemos al dueño del monte y las ofrendas que se le dan cuando se construye una casa o se desmonta para sembrar. Conocemos a la serpiente que cuida el agua de cenote virgen y a los traviesos aluxes. Con todos estos seres convivimos como parte de nuestra familia.

Un sacerdote curandero se prepara antes de las ceremonias, se va convirtiendo en la naturaleza, se relaja en los colores de los cuatro rumbos, en un lago, en una cascada, en el mar, en la montaña, en el centro del sol, de los astros. Todo se hace en el Sastún de la mente, ahí se concentra. También nos podemos ayudar con un baño de flores y miel y tomando orozuz para respirar bien.

Un sacerdote prepara su mesa ceremonial con un mantel bordado de un color inspirador. El color blanco reúne todos los colores y se parece a la arena de la playa. El mantel lleva bordado los símbolos de la naturaleza, clonamos a la naturaleza. Colocamos flores, velas de los cinco colores de los rumbos del mundo recordando las cualidades de cada dirección: la vela roja para la vitalidad del sol al oriente, la vela blanca para los ancestros que ya descansan al norte, la vela negra para enfrentar los desafíos al poniente la tumba del sol, la vela amarilla para la luz de la sabiduría y la fertilidad de la familia al sur, la vela verde al centro para la regeneración de la naturaleza. Así nos recordamos y desde ahí se levantan las oraciones para que cada uno reciba la sabiduría y para agradecer por la semilla y el sustento, para hacer curación también. Así es como yo le hago.

Necesitan injertar la sabiduría maya, pongan en práctica lo poco que les digo, solo así haciéndolo es como brota lo que cada uno trae.

Nosotros creemos que ciertos días como los martes y viernes al mediodía son más propicios para las curaciones, quizá es un recuerdo del antiguo calendario donde los números 9 y 13 se les pone una atención especial y porque al mediodía es como si el sol estuviera en el centro del mundo y un hueco se abre para dejar entrar las energías del espíritu en el paciente.

Así cuenta Don Bartolomé Poot Nahuat sacerdote, yerbatero maya de Espita Yucatán.

2 comentarios:

  1. Hermoso, muchas gracias por tanta belleza y tanto amor, me encantaria aprender todo esto y dedicarme al corazon al espiritu a mis raices mi México

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